Los hombres que hablan con las plantas: Joaquín Araújo y Pepe Plana

Real Jardín Botánico de Madrid. Foto: M. Cuéllar.

El agricultor y el jardinero. Dos hombres con amplísima trayectoria en la divulgación de las plantas, de la naturaleza, Joaquín Araújo y Pepe Plana, han protagonizado el nuevo episodio de ‘Lecturas Verdes’, ciclo que cada mes organiza ‘on line’ la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA). Nos regalaron verdaderos encuentros con lo verde.

“Los dos somos traductores del lenguaje de los seres vivos, de los paisajes, de la belleza y sabiduría de la naturaleza. Somos una suerte de intermediarios… De lo que más he aprendido en mi vida es de lo leído y de la contemplación de la natura”, dijo a modo de presentación Joaquín Araújo, que lleva firmados nada menos que 114 libros; el último, Los árboles te enseñarán a ver el bosque (editorial Crítica), que incluye una ralentizadísima descripción de la caída de una hoja de tilo, “lo que duró dos segundos ocupa 12 folios”.

Araújo se refirió a Plana como ese hombre extraño que se abraza a los árboles y habla con las plantas. Pepe Plana es autor de libros como Hablar con las Plantas: las 75 plantas de interior fundamentales (Alianza Editorial), Manual Práctico de Jardinería, haga su jardín y manténgalo con facilidad (Mundi Prensa) y Huerto y jardín, cosa de niños (Floraprint).

Plana: “Necesitamos jardines que sean bellos, estéticos en todas las estaciones, y que tengan sus recovecos, zonas de intimidad, donde perderse, por pequeños que sean. Y además, jardines que no desentonen con el entorno”.

Araújo muestra en cada recoveco de sus charlas su destreza para, incluso sin quererlo, construir haikus libres, aforismos: “En la Natura no hay ruidos, todo es armonía”. “En la Natura nadie miente, todo es verde, el verde verdad”. “En la Natura hay muchos lenguajes y debemos acercarnos a ellos, y algunos tenemos la obligación de convertirlos en palabras”.

El agricultor resaltó la pasión con que Pepe Plana habla con, no a las plantas, sino con las plantas, y nos habla de ellas. “La plaga de la falta de emoción actual tiene mucho que ver con la destrucción de la naturaleza. Pero tú sabes interpretar su señas, actitudes, comportamientos, y emocionarte con ellas”.

Y el jardinero lo amplió: “¿Qué es eso de decir tengo un gato, tengo un perro? Nooo. Hay que decir vivo con un gato, vivo con un perro. De la misma forma, no hay que decir tengo plantas, sino vivo con tal o cual planta”.

El jardinero que habla con las plantas me lleva a un libro que hemos recibido recientemente en la Redacción de El Asombrario: La jardinería como arte sagrado, de Jeremy Naydler (La fertilidad de la Tierra Ediciones), cuyo prólogo señala: “Hoy, para muchos de nosotros, nuestros jardines representan el principal contacto íntimo con la Naturaleza en el día a día. El jardín que miramos desde una ventana, el jardín por donde caminamos, donde nos paramos o nos sentamos nos presenta un contraste inmediato de la experiencia de estar en el interior, dentro del refugio y la comodidad de nuestros hogares. En el jardín vemos las plantas vivas creciendo, una miríada de animales (ardillas, pájaros e insectos) ir de un lado a otro, y es el escenario en el que somos testigos de los estados cambiantes de las estaciones y del tiempo atmosférico. La vida sigue en los jardines con bastante independencia de nosotros. En ellos sentimos el poder creativo de la Naturaleza, al que también debemos nuestra existencia. Y, aun así, puede que también sintamos que el jardín, además de ponernos en contacto con la Naturaleza, es también nuestro proyecto creativo (…) Sentimos que el jardín no es solo la expresión de la Naturaleza, sino que también es nuestra responsabilidad”.

Joaquín Araújo: “Maimónides fue el primero en Occidente, en el siglo XII, que planteó la dignidad e identidad de animales y plantas, que destacó que no son propiedad de los seres humanos. La biodiversidad es un bien en sí mismo”.

Pepe Plana: “En otro libro tuyo, Cultivar encuentros con la tierra (Mundiprensa), nos das las pautas para ser autosuficientes de una manera bio, de una manera tremendamente respetuosa, integrándonos en el medio”.

Araújo: “Yo he conseguido vivir donde y con quien soñaba [vive ahora la mayor parte del tiempo en su finca de Las Villuercas, Extremadura]. En mi caso, puedo decir que es el lugar el que me eligió a mí. La sensación de llegar a un paisaje y que te atrape es similar a la de un gran amor, esa sensación que te lleva a decir: quiero pasar aquí el resto de mi vida”. “Soy un urbanita, nacido en el centro de Madrid, hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de militares, con esto quiero decir: de una familia con poca tradición de vida en el campo y los bosques. Y yo desde pequeño quise ser campesino, algo que mi familia no entendía, ¿pero este niño de dónde ha salido?, decían”.

Contó el poeta Araújo en las Lecturas Verdes de APIA que este año cumple 45 temporadas haciendo huerta (1 hectárea de huerta, nada menos). “El año pasado saqué dos toneladas de productos alimentarios. Cultivar la tierra es cultivar muchos encuentros”. Y dándole la vuelta a la inercia que nos hace a menudo ser despreciativos con la naturaleza, esa con la que desde nuestras atalayas de soberbia e ignorancia hemos decidido calificar como malas hierbas a muchas plantas, Araújo añadió: “Porque a mí también me importan los bledos. La ensalada de bledos está riquísima”.

De los bledos a los bosques (él que ha plantado unos 25.000 árboles en su vida), a los robles. “En mi bosque hay unos 200 árboles con nombre, de gente que viene a visitarme y los adopta”. Entre ellos ocupa un lugar muy especial el árbol de Valeria, el roble que eligió para recoger las cenizas de sus seres queridos, desde su sobrina Valeria a su padre, su madre… “y ahí estaré yo”.

El agricultor de haikus terminó concluyendo: “Este es un planeta que pertenece a las plantas”. Y apenas escuchamos lo que para el artista de jardines y paisajes Pepe Plana es “la inestimable pedagogía de las plantas”

Y en este sentido traigo a colación, y con él cerramos, otro de los libros que ahora estoy leyendo: una nueva entrega del italiano Stefano Mancuso, una de las máximas autoridades mundiales en neurobiología vegetal. Tras sus cuatro libros anteriores (Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, El futuro es vegetal, El increíble viaje de las plantas y La nación de las plantas, ha publicado La planta del mundo (Galaxia Gutenberg): “Son centenares de miles en todo el mundo los lectores que gracias a los libros de Mancuso, perciben y entienden el mundo vegetal en toda su fascinante riqueza y complejidad, y como lo que realmente es: la base de la vida en la Tierra”. “Las plantas conforman una nervadura, un mapa (una planta) sobre el cual se construye el mundo en que vivimos. No ver esta planta –o peor, desdeñarla– por creernos por encima de la naturaleza constituye uno de los principales peligros para la supervivencia de nuestra especie”.

Sí, hay un dato indiscutible: los animales representamos tan solo un mísero 0,3% de la biomasa de todo el planeta, mientras que las plantas conforman el 85%.

Los otros encuentros de ‘Lecturas Verdes’ de APIA:

María Josep Picó y Rafa Ruiz, aquí.

César Javier Palacios y Javier Morales.

José Luis Gallego y Antonio Cerrillo, aquí. 

Maribel Orgaz y Julio Martínez, aquí. 

Carlos Fresneda e Irene Baños, aquí. 

  COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Carolina

    Por Carolina, el 12 mayo 2021

    Fantástico artículo. Millones d gracias verdes!

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.