Esos ‘viejos cacharros’ que tanto usamos y ahora están en peligro de extinción

‘Cacharros vintage’. Foto: Javier Rico.

Una hija entra en casa con el ‘walkman’ a todo volumen justo cuando su madre introduce en el reproductor VHS una película alquilada en el vídeo club para verla en el televisor. Llama al resto de la familia. Uno de los hijos está en su habitación, jugando al ‘Angel Nieto Pole 500’ en un Amstrad; y otro terminando un trabajo para la universidad en una máquina de escribir eléctrica. El padre acaba de poner en hora el radio-despertador-termómetro para levantarse mañana a las seis y la abuela sintoniza su programa favorito en la radio-transistor antes de acostarse. ¿Dónde están todos estos aparatos de principios de los noventa? ¿Los mantenemos en casa? ¿Están apilados en algún armario? ¿Se pueden seguir utilizando ahora? Vaya aquí nuestro homenaje –desde la propia experiencia del periodista– a todos esos ‘entrañables compañeros’ domésticos que han ido desapareciendo de nuestro día a día, en su mayoría por la estratosférica irrupción de los ‘móviles inteligentes’.

“No, esta smart TV –o televisor inteligente de última generación– no tiene ranura para introducir DVD o CD”. Una faena, pienso, ante esta contestación de un dependiente de una tienda de electrodomésticos al que le comento sobre la manera de seguir disfrutando de mi amplia colección de películas y discos de música en el caso de que quiera cambiar de televisor. Y encima tengo también otra buena colección de películas y vídeos musicales en VHS que ahora puedo visionar gracias a un reproductor compatible con mi tele antigua.

En algunos aspectos, me he tomado la redacción de este artículo como algo muy personal, ya que soy de esas personas que por uso (principalmente), nostalgia o decoración guardo infinidad de cosas en casa –sobre todo vinculadas con la música– que forman parte de mi vida. Tengo, entre otros, sendos reproductores de DVD y VHS, cuatro tocadiscos, piezas por separado de cadenas de música –amplificadores, sintonizadores de radios y pletinas de casete–, un discman, un radio-casete, dos radio-transistores, un teclado Casio, varios despertadores, una sandwichera, un molinillo de café y dos planchas antiguas. De ahí, las preguntas y respuestas que quiero compartir por aquí con el dependiente mencionado.

“¿Pero hay alguna manera de que yo continúe viendo esos DVD y VHS que tengo en casa con este tipo de televisores?”. Me contesta amablemente: “Si su reproductor de DVD es moderno y tiene conexión HDMI (siglas en inglés de high-definition multimedia interface) puede conectarlo al puerto correspondiente en el televisor inteligente y ver las películas normalmente”. “¿Y si no lo tiene, porque además seguro que el reproductor de VHS no cuenta con él?”, re-pregunto. “En ese caso tiene que hacerse un pequeño convertidor que tenga por un lado euroconector –el tipo de conector habitual para los aparatos antiguos– para enchufarlo a esos reproductores y por el otro HDMI para introducirlo en el puerto del televisor inteligente, o con un cable euroconector-HDMI”.

Como no me voy a comprar ningún televisor inteligente en breve –muy a pesar de nuestros hijos–, me meto a visionar vídeos tutoriales en internet con las claves que me ha dado el dependiente (euroconector, HDMI, convertidor, VHS y DVD) y, efectivamente, es factible visionar vídeos en soportes antiguos sin necesidad de cambiar de reproductores. El cable o el convertidor necesarios cuestan entre 10 y 15 euros. Me siento aliviado, porque, aparte de películas, tengo unos cuantos vídeos musicales, muchos de ellos grabados, que por más que busco no los encuentro en otros formatos, ni tan siquiera colgados en internet o en plataformas digitales de televisión. Espero que esta experiencia sirva a quien quiera seguir utilizando estos reproductores antiguos.

Un ‘picú’ de los guateques de los años sesenta

Para aquellas personas que acumulen por acumular, sin ningún objetivo concreto –algo sobre lo que hablamos en otro artículo en esta misma sección, conviene llevarlos lo antes posible a cualquier punto limpio o grandes establecimientos comerciales, para que se destinen al circuito de reparación y reutilización o al de reciclado de sus piezas. Cuanto más se tarde, más complicada será su recuperación o encontrar las piezas idóneas para volverlo a poner en funcionamiento. Si funciona, otra opción es donarlo o ponerlo a la venta por internet o en tiendas de segunda mano. Es posible que tengas entre tus manos una videoconsola, un tocadiscos o un reloj Casio con calculadora que esté muy bien valorado aún.

¿He dicho tocadiscos? Anochecía en Madrid y empezaba a llover. Cojo poco la furgoneta, pero justo esa noche había dado cien vueltas hasta aparcarla. Malhumorado, de camino a casa me fijé en que alguien había dejado una pequeña maleta sobre los contenedores. Me acerqué más y me cambió el rostro, el flechazo fue instantáneo y cayó entre mis brazos. Estaba ante un tocadiscos pick-up, el de los guateques de los años sesenta del pasado siglo, también llamado picú, que lleva plato y altavoces formando una maletita. Lo sequé, lo abracé y me lo llevé a casa. También la cajita con una selección de agujas, difíciles y caras de encontrar. Mal por dejar estos aparatos entre la basura normal –al punto limpio, por favor–, pero bien porque quien lo hizo lo depositó con cuidado para que alguien como yo se lo encontrara en tan buen estado.

Los tocadiscos, como los reproductores de DVD, CD y VHS, los walkman o los discman, son de esos antiguos aparatos que cada vez tienen menos cabida en los hogares. Es cierto que hay un repunte en la compra y escucha de vinilos, pero entre gente muy aficionada. La gran mayoría han pasado a mejor vida, como los propios formatos, sea vinilo o CD. La música, las películas y las series se disfrutan ya mayoritariamente a través de plataformas digitales. Sobran hasta las cadenas y minicadenas, con sus amplificadores, altavoces, sintonizadores de radios, pletinas de casete y hasta doble pletinas, como la TEAC mía, protagonista de múltiples grabaciones de cinta a cinta.

El móvil mató a la estrella de la radio, la música, la foto, la película…

Aparte de los televisores inteligentes, uno de los principales culpables del olvido y arrinconamiento de muchos de estos aparatos es el teléfono móvil.

“La internet de banda ancha sin cables, así como los nuevos soportes para contenido multimedia arrinconan aparatos esenciales en los hogares hasta hace apenas una década”, advertía Nicolás Boullosa en 2014 en el portal que fundó, FairCompanies.com. Recuerda también que un solo móvil inteligente es capaz de mandar al armario una cámara de fotos, un reloj, una radio, un despertador, un televisor, un reproductor de música y otro de películas, una calculadora, una linterna, una agenda electrónica y hasta un ordenador.

Personalmente, me rebelo a estar enganchado a una pantalla para satisfacer todos estos servicios y momentos de ocio. De ahí que, excepto la agenda electrónica –la mía es de papel–, tenga de todo lo demás. Por cierto, el ordenador de mesa es otro aparato con fecha de caducidad temprana. En 2021, según Canalys, portal especializado en tecnología de la comunicación, de los 340 millones de ordenadores que se vendieron en todo el mundo, solo 66 fueron de mesa. Ordenadores portátiles y tabletas mandan en el mercado. Precisamente, según Boullosa, entre los diez aparatos que en 2014 consideraba en desuso o camino de la obsolescencia aparece el ordenador de mesa, además del horno microondas, teléfono fijo, televisor, equipos de alta fidelidad, reproductor de radio, tocadiscos y radio-casete, impresora para papel, reproductor de DVD y plancha para la ropa. Desde la cocina yo añadiría el molinillo de café y la sandwichera que tenemos por casa y aún utilizamos. Creo que más uso en general se da a las yogurteras y los exprimidores. ¿O no?

Regalar, donar y compartir

Mira a tu alrededor o rebusca en cajones y armarios porque seguro que das con alguno de estos aparatos en peligro de extinción. A mí me ha pasado. Tras hacer un recuento para el reportaje ya mencionado (¿Cuántos aparatos eléctricos y electrónicos tienes en casa?), debería añadir uno más, una Game Boy Advance de nuestro hijo mayor. En su día vendimos, a muy buen precio, una Nintendo antigua, de las de cartuchos, y es posible que surja entre algún hogar consolas como las Commodore, Atari o Amstrad que utilizaban igualmente cartuchos especiales o cintas de casete. Lo mismo, si no se usan y están simplemente ocupando espacio, ponedlas en circulación, siguen estando muy valoradas en el mercado de segunda mano.

También queda la opción de mantenerlos en uso o decoración como un elemento vintage y retro. Así te ahorras, si hay disposición a adquirir uno, los entre 50 y 200 euros que te piden por una tostadora, un hervidor de agua, una radio de mesa, una palomitera, un gramófono o un ventilador, que de todo hay en el mundo vintage. Si a raíz de este artículo te pica la curiosidad y las ganas de comprar, haz como mi compañera en El Asombrario Rosa Tristán, visita primero tiendas de segunda mano para contribuir a reutilizar: “Entre unas cosas y otras, hay auténticas joyitas, aunque no sean de oro (…); una Nintendo histórica, pieza casi de museo; una cámara de fotos Nikon de alguien que dejó la afición a la fotografía años atrás…”.

También se puede compartir. Como comenté en otro artículo por aquí, existe la posibilidad de hacer un uso colaborativo de aquellos aparatos que llegamos a utilizar poco o nada al año, como un taladro, una lijadora, un instrumento de música –mi teclado Casio, por ejemplo–, juguetes o cámaras de fotos. Donar y compartir no tienen erre delante, pero sí regalar, y están también entre nuestros verbos favoritos dentro de la electrónica en desuso: reducir, recuperar, reparar, reutilizar y reciclar.

 ECOLEC se suma a ‘El Asombrario’ #SúmateAlReciclajeResponsable

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Comentarios

  • Alex Solar

    Por Alex Solar, el 19 julio 2022

    No soy tan joven como tú, pero tengo una gran afición por los aparatos antiguos, de los cuales tengo una pequeña colección en casa. Disfruto de lo lindo con mis casettes grabadas en plan corsario illo tempore, mis 500 Cds de jazz, rock de los 70 a los 90, etc.
    Visito habitualmente tiendas de reciclaje (rastros benéficos) y adquiero Cds, mobiliario auténtico (nada de aglomerados, puag) de ése que ya nadie quiere porque es de «abuelos» y recojo lo que pillo arrojado dentro y fuera de los contenedores. ¿Diógenes? Tal vez, amigo, pero creo que «todo tiempo pasado fue mejor», como decía San Policarpo.

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