Un agricultor ‘regenerativo’ aragonés que cuida los suelos

Jesús Burillo, agricultor aragonés, miembro de la Asociación de Agricultura Regenerativa.

En la serie mensual que dedicamos a gente del campo que aporta energía nueva, hemos hablado con Jesús Burillo, un agricultor aragonés, miembro de la Asociación de Agricultura Regenerativa. Jesús tiene una finca de 20 hectáreas de regadío con cebada, avena, centeno, guisantes, veza, almortas y otra finca de 200 hectáreas de secano en María de Huerva, un pequeño municipio aragonés de 5.600 habitantes a 14 kilómetros de Zaragoza.

La agricultura siempre ha mirado más a las plantas que a sus raíces, más al verde que a los suelos. Pero la agricultura regenerativa se ha fijado precisamente en las tierras donde cultivamos, con el objetivo de mejorar la salud del suelo, aumentar la biodiversidad y mejorar la disponibilidad y la calidad del agua, que tanta falta hace estos días.

La Asociación de Agricultura Regenerativa nació hace 10 años en España y entre sus objetivos figura la producción de alimentos saludables para las personas y el entorno, asegurar el bienestar de los animales de granja y generar empleo digno y oportunidades en el mundo rural. Y a esa asociación pertenece nuestro protagonista de hoy, Jesús Burillo.

La explotación es familiar, dedicada a agricultura y ganadería, ya que también tiene 100 ovejas de la raza rasa aragonesa. “Hace 5 años descubrí la agricultura regenerativa y empecé a estudiar y a acudir a jornadas y reuniones, y de ser mi pasión la ganadería, a pasarme a la agricultura, porque veo que se puede hacer mucho”, nos explica Jesús.

“En las universidades o escuelas de formación profesional siempre nos enseñaron que el suelo era la materia inerte sobre la que se cultiva, pero si cogemos la tierra que cabe en una cucharilla de café, hay mucha vida”, explica. “En la agricultura convencional y ecológica no tienen en cuenta el suelo, porque solo miran la planta, que no tenga deficiencias, pero no miran por la vida del suelo y toda la tabla periódica está en el suelo”, expone Jesús.

La planta absorbe lo que está en el suelo y hay que entender que el suelo es fundamental. Por eso en la agricultura regenerativa también se cuida el suelo. Un ejemplo es el uso de maquinaria agrícola, que cada vez es más pesada y voluminosa. Sin embargo, en la agricultura regenerativa buscan que la maquinaria sea liviana, “porque cada vez que removemos el suelo, entran los rayos ultravioletas y realizan una desinfección total”, apunta Jesús.

En cuanto al uso de agua, en la agricultura regenerativa el diseño en “línea clave” es fundamental, así como estrategias en el paisaje que aumenten la capacidad de infiltración de agua en la tierra, como charcas, canales y conducción de agua.

La agricultura regenerativa apuesta por mantener el suelo cubierto durante el mayor periodo de tiempo posible con materia vegetal, como cultivos de cobertura, cultivos productivos, praderas, vegetación espontánea o acolchado orgánico.

Jesús nos cuenta que la línea clave proviene de un australiano encargado de llevar agua a las minas en las que se extraía oro y que estaban situadas en el desierto. Lo hizo gracias a crear embalses en zonas de desierto con el agua de lluvia, ya que “en cualquier finca en la que tengas una entrada de agua ya sea por acumulación por el monte o por lluvias, en el punto de concentración que puede ser un camino o la cuneta, hay que hacer paralelas con el 1% para que infiltre el agua y cada 20 metros hacer otras paralelas”, explica Jesús. “No encarece el diseño, sino que hay que aplicar el concepto de cómo parar el agua y distribuirla por todas las zonas”.

El uso de maquinaria cada vez más grande hace que desaparezcan los ribazos, que detenían el agua, porque en el cultivo convencional prefieren el surco largo. Y en el caso de laderas, con las maquinarias, cuando llueve, todo el suelo y la tierra fértil se desploma y se pierde.

En la agricultura regenerativa buscan también la diversidad de plantas y asociación de cultivos, y por eso se fomenta la rotación de cultivos. En la finca de Jesús hacen rotaciones y cultivan variedades autóctonas, como el centeno gigantón de la zona de Aragón.

En su finca ya han notado el cambio en la tierra con la agricultura regenerativa: “Está más esponjosa, mientras que, en otros campos, la tierra está dura”, apunta Jesús.

Suelos con cobertura vegetal

La agricultura regenerativa apuesta por mantener el suelo cubierto durante el mayor periodo de tiempo posible con materia vegetal, como cultivos de cobertura, cultivos productivos, praderas, vegetación espontánea o acolchado orgánico.

“Si en un campo cubierto con las mal llamadas malas hierbas o con rastrojos ponemos un termómetro a 10 centímetros y otro en un campo labrado sin cubierta vegetal, la diferencia de temperatura es notable”, apunta Jesús. “En nuestra finca dejamos los rastrojos y, en el caso del centeno de gigantón, que puede alcanzar los 1,80 centímetros, no lo segamos a ras, sino a 40 centímetros y toda la paja la picamos y la dejamos en el cultivo como rastrojo”, apunta Jesús. “Cuanta más materia vegetal dejemos encima, mucho mejor”.

Respecto al ganado, hay que hacer un buen manejo y no dejarle que pisotee siempre el mismo terreno, porque convierte la finca en un camino. La planta tiene un 50% de parte aérea y un 50% de raíz, y si los animales comen siempre en los mismos pastos, la planta sufre estrés y al final pierde raíces. Con un buen manejo, el ganado puede estar dos o tres días, y luego ir a otra zona, y dejarla en reposo para que la planta se reponga durante unos 40 días.

El rebaño de Jesús es de un centenar de ovejas de la raza rasa aragonesa y hacen venta directa de corderos sin depender de mayoristas. La alimentación de rumiantes es 100% a pasto y forraje, y en el caso de los corderos maman hasta el momento del sacrificio.

Otra de las innovaciones que propone la agricultura regenerativa es el aprovechamiento de todos los recursos naturales. Así, con la lana, que tiene poca venta, realizan preparados como biofertilizantes para aplicarlos al suelo.

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