Vacas de buen carácter que conservan el paisaje de Menorca
De piel rojiza o vermella, la vaca menorquina es una raza autóctona que conserva el paisaje de la isla y está perfectamente adaptada al clima mediterráneo. En nuestra serie mensual de razas ganaderas autóctonas en peligro de extinción vamos a conocer por qué los ganaderos están eligiendo esta raza autóctona.
En 2001 quedaban menos de 500 ejemplares de vaca menorquina, pero su recuperación lenta y sin pausa ha logrado que hoy se alcancen los 2.600 ejemplares en la isla de Menorca. La razón es que los ganaderos han optado por recuperar y conservar esta raza autóctona, ya que está mejor adaptada al clima de la isla y, además, contribuye a conservar el paisaje.
Itziar Lecea, técnico de comunicación de la Asociación de Ganaderas y Ganaderos de la Raza Vaca Menorquina, explica: “El crecimiento en estos años no es explosivo, es bastante paulatino”. En la actualidad, 100 ganaderos crían vaca menorquina y las cifras crecen de año en año.
Para que la raza menorquina salga del estado de ‘peligro de extinción’ se necesitan 5.000 hembras reproductoras, y en estos momentos son 1.400, así que todavía queda mucho trabajo por hacer.
La vaca menorquina está muy integrada en el ecosistema de la isla y se cría en extensivo. Para que una finca pueda criar esta raza, necesita un mínimo de terreno por animal y la carne con el sello con denominación de vaca menorquina ‘VM’ tiene que cumplir unos requisitos de alimentación y tiempo del ternero con la madre.
Declive por competencia con la frisona
La razón del declive de la raza estriba en que en los años 60 del siglo XX se dieron subvenciones para potenciar la raza frisona, que es productora de leche, y muchos ganaderos cambiaron la raza autóctona por la frisona. Sin embargo, la raza frisona no está adaptada a la climatología de la isla y tiene más dificultades.
“Ahora, con la raza autóctona se empiezan a redescubrir los beneficios de producción y de mantenimiento en la finca, porque está más adaptada al clima y contrae menos enfermedades que la frisona”, explica Lecea.
Además, la vaca menorquina no necesita pasto verde para alimentarse; en las fincas con bosque, se alimentan allí, algo que la frisona no hace. “Ayudan a mantener el equilibrio en el ecosistema menorquín, porque ayudan a limpiar maleza”, apunta Lecea.
Leche un poco salada
La vaca menorquina se dedica a carne y leche. Tiene la particularidad de que su leche tiene la proteína caseína que permite elaborar derivados lácteos muy cremosos, como por ejemplo el queso o helados artesanos. La producción de leche va asociada al consumo de pasto, y el queso se produce de octubre hasta mayo, meses en los que llueve y el pasto es más abundante. Debido a la proximidad al mar, el queso y la leche presentan un particular gusto salado.
La carne de la vaca menorquina, de excelente calidad y muy melosa, se vende íntegramente en la isla. “Son productos de alta calidad y el animal tiene un nivel de bienestar alto, porque se crían en extensivo”, asegura Lecea.
“Queremos concienciar de la necesidad de comer menos carne, pero de más calidad, porque a Menorca se importan toneladas de carne y a lo mejor no tendrían que llegar tantas, y sí consumir producto local de kilómetro cero, criado en unas circunstancias que ayudan a que el ganadero tenga unas condiciones dignas”, explica Lecea. “A través de una raza autóctona queremos crear economía circular”, añade.
Reserva de la Biosfera
Menorca es Reserva de la Biosfera desde 1993 y la conciencia ambiental ha ido creciendo durante estos años. Los ganaderos tienen cada vez más conciencia de la necesidad de conservar el medioambiente a través de sus prácticas, y ven que la raza autóctona de vaca menorquina necesita menos cuidados, porque precisa menos medicamentos, ayuda a cuidar la finca y tiene buen carácter.
Además, desde la Asociación de Ganaderos y Ganaderas de la Raza Vaca Menorquina se ha impulsado la creación de un banco de esperma para garantizar la viabilidad y la variedad genética de la raza y que no se pierda este patrimonio natural.
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